domingo, 22 de junio de 2008

Amor de abueletes

Me encontraba haciendo las fotos veraniegas de rigor, buscando gente “nice” y mujeres buenorras, qué bonito el puente de Sant Joan, el calorcito y toda la pesca. Había una chica que se acercaba contoneándose directo al encuadre, (ese contoneo era seguro de importación, probablemente andaluz, pero quien sabe). Estaba aún lejos para tenerla a tiro, caminaba con desenfado rumbo a mi lente 70-300, me agacho en medio de su ruta en el Paseo Marítimo y hago una foto de prueba, antes de que ella esté donde quiero tenerla en la composición, “te falta poco por entrar en mi espacio aéreo baby..”. Pero de pronto me jaló más, otra historia que tenía justo a mi babor, la cámara gira noventa grados, chao con la flaca y sus caderas, creo que hasta se mosqueó de que le perdiera el interés. Un par de abueletes estaban contemplando el mar. A veces, cuando enfoco a desconocidos me imagino su historia entera.

Ella lo contempla con alegría cómplice. Él pierde su mirada en el horizonte, quizás fue pescador, recuerda alguna peripecia marítima o qué será de la vida del cabroncete del Urrutia.
Lo cierto es que en el caso de ellos su “aquí y ahora” es más que una metáfora. Luego de haber compartido sólo dios sabe cuántos años, ahora están en cuenta regresiva. Estoy seguro que lo saben y por eso ella sonríe por haberle ganado un día bonito más al destino. No hay fatalismos o al menos ese tema hoy no toca. Ella le toma del brazo como si dijera “¡Guapo...llegamos juntos al verano..!”

Me vino la letra aquella de Rubén Blades, “Sin tu cariño son de cartón todas las estrellas” cantada hace años, durante una fiesta donde habían muchas parejas viejas que bailaban deliciosamente, cachete a cachete y ojitos cerrados, algunos conservando la sonrisita “picao de culebra” de la primera vez. Luego de tantos años bailando juntos, saben llevar y dejarse llevar por su pareja según el ritmo que se toque. Lástima que yo no baile tan bien, pero me tienen una paciencia de la hostia, que se dice pronto.

El abuelete se mantiene firme, apoya sus manos en el bastón con una dignidad de hombre que ha visto y hecho quizás demasiadas cosas, tiene una mirada seria y a veces dura, pero que se domestica cada vez que ve a su mujer y por ello no puede dejar de sonreírle todas sus gracias. Ella en cambio es una coqueta incorregible, peinado y reflejos de peluquería, arreglada con sus collares, zarcillos de perlas y pulseras, vestida de un azul tan alegre como la playa de Sitges. A esa mujer se le suelta la risa en menos de un Jesús pero no te equivoques, que esa alegría se la ganó en batalla. Ella es quien lo cuida y de seguro como una loba. Apuesto que ese gran bolso guarda la medicina de las 3 y la de la 6, porsiaca no vuelven antes, pañuelos refrescantes, un botellín de agua y “ni se te ocurra pedir carajillo en el bar”. Constantemente le acomoda la camisa, la gorra, conduciéndolo del brazo con un amor vigilante.

Él se deja llevar, es el ritmo que ahora toca.

Luego caminaron hacia una sombrita para mirar mejor a la gente. Ambos no paraban de reír, seguro que del fotógrafo ese que anda agachado en medio de la gente, al que casi se lo llevan por delante esos diablos de niños.

lunes, 16 de junio de 2008

"Andrómeda encadenada"

Durante la rueda de prensa en la nueva sala donde se exhiben obras del Prado en el Museo Víctor Balaguer, la obra de Rubens nos atrajo a varios como un imán. Es sorprendente fotografiar las luces que el artista pintó con sus óleos, en medio de la tenue iluminación del lugar. En ese lienzo de 193 por 104 centímetros está plasmado el pasaje mitológico con final feliz, de una mujer expuesta al sacrificio por culpa de sus padres.

Hija de Casiopea y Cefeo, rey etíope en Filistía. Andrómeda se metió en problemas desde el día en que a su madre le dio por proclamar a los cuatro vientos la belleza de ambas, superando incluso a las mismas Nereidas, ninfas del mar que, “¡Se lo voy a decir a mi papá!” , corrieron a quejarse con el malhumorado dios Poseidón, muy temido por sus arrebatos. El padre ofendido, no sólo envió un diluvio que inundó Filistía, sino que además le encargó al monstruo marino Ceto, que devastara la región. El rey Cefeo desesperado, consultó el Oráculo de Amón, que le reveló como única esperanza, sacrificar al bellezón de su hija al horrendo monstruo. “Te quiero mucho mi niña, pero este bicho acabará con todos”, debió haberle susurrado lloroso al llevarla al acantilado, donde fue encadenada desnudita y con unas joyas llamativas, para que se sacie devorándola el cruel enviado de Poseidón.

Cuando la pobre Andrómeda llevaba un rato allí, jadeando menesterosa ante su cruel destino, fue cuando apareció Perseo, el galanazo hijo de Zeus, que venía de cortarle la cabeza a Medusa, villana hermosa que con una sola mirada suya convertía en piedra a cualquiera que se le pusiera a tiro, en especial a los hombres. (Por cierto que esta mujer fatal estaba al instante de morir, embarazada de Poseidón). Tengo entendido que del cuello de Medusa, fue de donde brotó el caballo alado Pegaso y el gigantón Crisaor. En fin, que el victorioso Perseo viajaba de regreso montado sobre Pegaso, (otros dicen que él en realidad volaba con sus viejas sandalias aladas de toda la vida). De pronto el héroe vio algo entre los acantilados y cuando efectuó un vuelo rasante de reconocimiento, quedó inmediatamente enamorado de Andrómeda. Como no era cuestión de perder las formas, fue a solicitarle la mano a los padres antes de liberarla. “Vale, pero antes mate al monstruo que por eso la niña está allí, si es que no ha sido ya devorada”. Perseo sin despeinarse cogió su hoz, se sumergió en el mar y decapitó a la bestia. Luego subió a las rocas, liberó a la preciosa chica y todo gallardo se presentó cargándola en brazos a donde los padres, que una vez más, obraron con torpeza al romper lo pactado, arguyendo como vil excusa de que ella en realidad estaba prometida previamente con Agenor, un yogurcito hijo de Poseidón (¡otra vez Poseidón!), que se presentó con sus tropas y armó la grande. No contaron con que Perseo aparte de ser un extraordinario guerrero era además muy listo, y cuando éste se vio rodeado, sacó la cabeza de Medusa, que la tenía guardada como un melón bajo el brazo y cuyos ojos muertos, aún seguían siendo igual de letales, para petrificar a los agresores. Agenor derrotado, se retiró con el resto de tropa que se salvó, en tanto que héroe y rescatada se fundieron en un abrazo. Andrómeda, además de sentirse feliz por librarse de los idiotas que tenía de padres, estaba enamoradísima de Perseo, con quien tuvo seis hijos.

La rueda de prensa pasó a realizar un recorrido cuadro por cuadro, lo que me brindaría una mejor composición con gente contemplando las obras. Estaba aguantando la respiración para trabajar a baja velocidad, con el lente 80-200 apoyado en un muro desde muy atrás del grupo, cuando comentaron. “...Y este es el cuadro de Rubens, que como veis, las mujeres que él pintaba solían ser modelos muy blancas, rellenitas, caderas anchas, hasta con celulitis, ese era su patrón de belleza...”. En ese momento algunas periodistas se acariciaron halagadas sus caderas, mientras contemplaban a la bella Andrómeda.

martes, 10 de junio de 2008

Mi momento friki con Gatúbela

Sí, ya sé...quizás el tema parezca poco serio..pero a diferencia de algunos que darían su ojo derecho por conocer al Capitán Kirk, tener un duelo a espada láser contra Darth Vader o saltar desde un zeppelín junto a Indiana Jones, mi verdadero icono fue "Catwoman", o “Gatúbela” como la conocí. Desde niño, la imagen de Batman se me vino abajo al ver cómo él rechazaba los besos ardientes de una villana tan espectacular como ella. El asunto me indignó más, cuando de adolescente vi la escena donde ella se le está montando encima, presta a dejarlo como ratón chupado por gata...y fue entonces cuando el superhéroe todo acojonao, le respondió la frase histórica: “¿W..wha..what a..about Robin?”.



Lo mejor que le puede ocurrir a un friki es que su héroe de la infancia se entere, además por boca de otros, sobre la devoción que sentía desde niño por su personaje y que mejor aún, tu heroína de toda la vida quiera algo de ti. Fue durante una cena en Los Angeles, resulta que mi primo Juan Fernando Bastos se hizo muy amigo de Julie Newmar, la anfitriona e intérprete original del personaje de “Catwoman” , en la serie de televisión Batman de los años 60. Mi primo suele hablarme de ella, que lleva su vida de gata vieja con mucha sensualidad: “Me acordé de ti cuando ella se antojó de los ñoquis de mi plato, con una expresión muy de ella me pidió probarlos, al llevarse el tenedor a la boca ronroneó de placer...como solía hacerlo en los episodios de Batman..". Esa noche cuando iban por los postres, mi primo le contó la historia sobre mi encuentro a los cinco años de edad durante un carnaval, con una niña disfrazada de "Gatúbela".

Mi madre me había disfrazado de Batman y entonces llamaron a la puerta de la casa, cuando fui a ver quien era, me encuentro de frente con Giuli, una linda vecinita de mi edad con unos ojazos preciosos, de origen italiano y que estaba disfrazada de “Catwoman”. (Es interesante que Julie y Giuli se pronuncien parecido). Me quedé un rato contemplándola extasiado, estaba vestidita de negro, con medias de nylon, orejitas de gato y su cara pintada con bigotitos. Mi fantasía se hizo realidad y finalmente haría lo que el tonto del Batman nunca fue capaz. Con excitación tomé de la mano a Giuli y me la llevé corriendo a la cama de mi mamá. Ella se acostó callada como una gatita y yo me coloqué a su lado, luego de pasarle mi brazo por el hombro no supe qué más había que hacer: “Bueno, ¿y ahora qué?”. Fue entonces cuando comprendí al pobre Batman. En ese momento mi hermana se asomó a la puerta y al ver la escena, nos sacó de la habitación de una oreja, por si acaso.

“Cuando acabé la historia, Julie Newmar aplaudió emocionada con sus garritas, -me dijo Juan Fernando por teléfono-, luego se ausentó a su estudio y regresó con un detalle para ti.”. Semanas después, al regresar del trabajo me encuentro con un sobre procedente de L.A., al abrirlo estaban dos fotos autografiadas, “Diego Purr...fect. I want your story”.
Esa noche tuve que dar muchas explicaciones en casa.