jueves, 6 de agosto de 2009

Tango en la playa






Despojados de sus zapatos, los pies de los bailarines se deslizaron entre la arena y el mar. Las pieles se frotaban con menos telas de por medio y los fotógrafos nos sentimos más voyeurs que nunca. Muchos bañistas fueron tomados por sorpresa, cuando de pronto desde una esquina, empezaron a proliferar las parejas siguiendo el ritmo de la ciencia fricción. Sonrisas cómplices donde nadie habla, quizás porque tenían que aguzar el oído para escuchar mejor la música que sale desde un pequeño equipo, o simplemente porque para hacer magia es necesario guardar silencio. Ojos cerrados en total entrega, rostros que se rozan, manos que sujetan con suavidad. Pasos que avanzan y acometen, pasos que retroceden dejándose llevar. Piernas femeninas que se enredan con su pareja, como una hiedra en punta de pie. Cuerpos que se aprietan un poco más y otros tan solo lo suficiente. Posturas amatorias en vertical, de seducción, complicidad. Algunos se meten en el personaje, otros no quieren perder el paso y el efecto marca la diferencia.


Esta sesión se realizó el pasado mes de Julio durante la reciente edición del Tango Sitges Festival Internacional. Ya se ha hecho costumbre que durante esos días, los participantes salen de las salas de baile, para darse una cita en la platja de Sant Sebastiá, cuando ya el sol está cayendo y el cielo enrojece como sólo suele hacerlo en verano.