viernes, 16 de mayo de 2008

El telégrafo de la esquina

Estaba en plena sesión de retratos en Badalona y ese pequeño cartel me seguía distrayendo. A veces sucede. Cuentas con muy poco tiempo para hacer una foto y justo
al otro lado, lejos del encuadre, ves algo que te jala de la oreja. Se trataba de un cartel muy antiguo, en la esquina de un edificio que tiene pinta de tener los días contados. Le indico a la persona el sitio donde debe posar y por el rabillo del ojo, veo a una jodida paloma que se asoma por la ventana, "una composición entrañable”, como diría una ex-alumna gallega. Ya no aguanté más. Giré, hice la foto y luego volví a enfocar el trabajo del día.

Recuerdo que de niño me costó un huevo aprender la clave morse, en los boy scouts claro, ¿dónde más un chavalín de doce años se memorizaría el código entero?. Juan me decía en aquel entonces para convencerme de su importancia, “quien quita, un día puede que estemos en un barco encallado en los arrecifes en medio de una tormenta, el operador de radio se encuentre herido y tengamos que pedir ayuda, entonces ya sabes: tres puntos..tres rayas...tres puntos...no se te olvide agregar el nombre del barco, las coordenadas donde nos ubicamos y la cantidad de gente a bordo.” (Juan siempre razonaba así, con ese toque de alarma, desde que éramos unas pulgas rabiosas). No llegamos a estar metidos en un naufragio, claro. Eso sí, mis chuletas en bachillerato estaban cifradas en morse y nunca me pillaron.
Ese letrero debería ser considerado un patrimonio histórico, quizás un coleccionista friki, ya le debe tener puesto el ojo apenas tumben el edificio. Si yo viviera cerca de allí, creo que me pondría a forcejear para quedármelo, no quedaría mal en la puerta del estudio. Los mensajes a través del telégrafo solían ser breves, cada palabra encarecía el mensaje y para ello había un lenguaje. Podría considerarse el abuelo del SMS: “SOLICITOLE INFORMACION PARADERO DE AGUIRRE (PUNTO)”, “FELICITOTE POR ASCENSO (PUNTO)”, “QUEDADESPEDIDO (PUNTO)”, “FULANITO FALLECIO (PUNTO)”, “TEAMO(PUNTO)VUELVO MAÑANA (PUNTO)” O mi favoritos, el de un antepasado mío que durante la guerra entre Bolivia y Paraguay, fue hecho prisionero y apenas se fugó, tuvo la delicadeza de enviar un telegrama a la familia: “HOY ADIOS ASUNTITA (PUNTO), y cuando llegó a la Argentina: “AUNQUE MAL LLEGUE BIEN (PUNTO)”.

Supongo que más para efectos leguleyos que por otra cosa, aún existe el servicio de envíos de mensaje por telegramas, pero esa ya es otra historia. La palabra “Telégrafo” me evoca ese "bip-biip-biip-bip-bip" eléctrico en un código morse acelerado. Quizás desde un barco, como se lo imaginó Juan, las películas de espionaje de la Segunda Guerra Mundial, o una tarde lluviosa en Macondo.

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